Son múltiples y conocidos los factores relacionados con el riesgo de sufrir afecciones cardiovasculares. Con los que la población general española está más familiarizada son la diabetes, el tabaquismo, la hipertensión arterial o la concentración elevada de colesterol.

No obstante, no es tan conocida la importancia de la lipoproteína (a) en el desarrollo de patologías como ictus, infartos cardíacos, aneurismas abdominales o enfermedades arteriales periféricas. La concentración elevada de lipoproteína (a) supone así un desconocido factor de riesgo para quien la padece. Las lipoproteínas son sustancias que transportan el colesterol en sangre y existen las de alta densidad (también llamadas colesterol HDL) y las de baja densidad (conocidas como colesterol LDL).

En cualquiera de los casos, se trata de “una partícula de LDL, o colesterol malo, que lleva adherida a su superficie una proteína denominada apo (a), que la convierte en una partícula mucho más aterogénica, es decir, convierte al colesterol malo en uno malísimo”, explica el director de la Unidad de Riesgo Vascular del centro médico-quirúrgico Olympia Quirónsalud, el Dr. José María Mostaza.

“Una partícula de lipoproteína (a) convierte al colesterol malo en uno malísimo”

Con la medición de los niveles de lipoproteína (a), la estimación del riesgo de sufrir un infarto agudo de miocardio o un accidente cerebral vascular isquémico “es más precisa”.

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