Es fundamental que las autoridades sanitarias controlen los mecanismos que hacen que los alimentos lleguen al consumidor con todas las garantías. Es frecuente que en verano sigan ocurriendo casos de contaminación. A veces, el afán de proteger a la empresa o de no crear alarma entre los consumidores retrasa en demasía los mecanismos para atajar el problema. La carne y el pescado son sensibles, y cualquier negligencia puede hacer que se contaminen. Hoy la tecnología tiene los medios para que esto no ocurra, pero lo que no se puede predecir es el factor humano; por eso las inspecciones de las Administraciones deben ser muy rigurosas. La salud de los consumidores y la calidad de nuestra excelente gastronomía no se merecen estos descuidos.

José Antonio Cabeza Cabeza

Barbate (Cádiz)

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