La deshidratación es tan común como peligrosa, puesto que nuestro cuerpo está compuesto en su mayor parte de agua, y cuando se produce un desajuste entre el agua (o los líquidos) que ingerimos y los que perdemos, las consecuencias se hacen notar en forma de fiebre, vómitos, dolores de cabeza y debilidad.
Por eso, y puesto que es un problema de salud que puede complicarse, lo más sensato es prevenir. ¿Cómo? Estando pendientes de beber mucha agua (y comer alimentos que la contienen como sandía y melón), en pequeños sorbos y a lo largo de todo el día, que ahora con el calor y el sudor se pierden más líquidos. Como precaución extra para la salud, conviene tener siempre preparado en casa un buen recipiente de suero oral.
¿Qué es la deshidratación y por qué sucede?
Según los expertos de la Clínica Mayo, «la deshidratación ocurre cuando usas o pierdes más líquido del que ingieres, y tu cuerpo no tiene suficiente agua y otros fluidos para llevar a cabo sus funciones normales. Si no repones los fluidos que perdiste, te deshidratarás».
La deshidratación resulta especialmente peligrosa en los niños, y en las personas mayores, en muchos casos porque estas últimas pierden con el envejecimiento la sensación de ‘tener sed’.