Una de las habilidades más esenciales que los niños tienen que adquirir durante su desarrollo es la lectoescritura. Además, tiene la dificultad añadida de que, a diferencia de otras como el habla, no se trata de algo que aprendan de manera ‘natural’, sino que requiere un importante esfuerzo y dedicación.

Habilidades previas

De hecho, aunque existe cierto porcentaje de niños que no mostrarán mucha dificultad para aprender a leer independientemente del método de instrucción, hasta un 65% necesitan métodos sistemáticos para adquirir la habilidad correctamente.

La parte más compleja para ellos es interiorizar la fonología, que no deja de ser un conjunto de reglas arbitrarias que asocian los fonemas (sonidos) con cada grafema (letra escrita). Esto puede ser especialmente difícil para los niños porque, como decimos, esta asociación no sigue ningún tipo de regla lógica, sino que es puramente convencional.

La edad ideal para comenzar este proceso está entre los tres y los cuatro años, con el entrenamiento de una serie de habilidades previas que facilitarán o incluso harán posible el aprendizaje posterior. Algunas de estas habilidades incluyen la orientación espacial (izquierda, derecha, arriba, abajo… conceptos claves para entender el orden de las letras), la lateralidad adecuada (si el niño es zurdo o diestro), psicomotricidad fina (control manual de herramientas como el lápiz), coordinación entre la vista y la motricidad,

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