Estas navidades no serán normales, ni deben serlo. A tan solo tres meses de que se cumpla un año desde que la pandemia llegó a España, las fiestas navideñas y la despedida de este trágico año augura ser, ante todo, atípica.
La covid-19 y su forma de transmisión por aire ha alterado por completo la forma de vivir y relacionarnos con nuestros seres queridos. Los besos se han sustituido por saludos con codo, las visitas en videollamadas y los ojos han pasado a ser la única forma de expresar nuestras emociones, escondidas detrás de una mascarilla.
El año 2020 ha sido, sin duda, un año de retos inesperados y estas fiestas pondrán a prueba, una vez más, a la responsabilidad individual de cada persona. Los expertos y autoridades sanitarias llevan semanas recordando e insistiendo en la necesidad de no bajar la guardia durante reuniones de Navidad; pues la cifra de contagios sigue siendo preocupantemente alta y las primeras vacunaciones no están previstas hasta después de las fiestas.
Más allá de las medidas impuestas por el Gobierno para tratar de controlar y evitar las aglomeraciones en las cenas navideñas (toques de queda, límite de personas en reuniones, restricciones a la movilidad), hay una serie de actos de prudencia que dependerán de cada uno y evitarán contagios masivos y nuevos brotes que saturen de nuevo al sistema sanitario.