Transpirar de manera abundante puede ser ‘normal’ mientras se practica un ejercicio intenso, atravesamos un momento de ansiedad o estrés especialmente peliagudo, o tenemos fiebre, puesto que es la manera en la que nuestro cuerpo ‘se defiende’ para controlar que no suba en exceso nuestra temperatura.
Sin embargo, cuando no tenemos una ‘excusa’ concreta y puntual que justifique una hiperhidrosis (transpiración excesiva) podría esconder un trastorno de la tiroides o del sistema nervioso o una bajada de azúcar en sangre preocupante.
En el lado opuesto, sudar demasiado poco (anhidrosis) es una situación francamente grave con riesgo de comprometer incluso la vida, al no evitar un sobrecalentamiento corporal. Las causas más habituales de este problema serio de salud pueden ser la deshidratación, una quemadura, y determinados trastornos de la piel.
La doctora Beatriz Castro, dermatóloga y miembro de Doctoralia, nos explica cuáles son las causas de desequilibrio en la transpiración, y qué pueden estar ocultando.
¿Por qué se produce el sudor?
La transpiración cumple una función primordial en el organismo, que consiste en «la regulación de la temperatura, algo imprescindible para la vida. Aparte de esta misión básica, a través del sudor también se excreta un pequeño porcentaje de sales y, en ocasiones, también determinados tóxicos y fármacos«,