Más allá de una cuestión de ahorro de agua y sostenibilidad, la ducha diaria no parece ser, ni mucho menos, un hábito obligatorio según numerosas voces expertas en salud. Según la Organización Mundial de la Salud, basta con ducharse en días alternos para mantener la higiene recomendable.

Esta misma organización mundial, además, pone el énfasis que basta tres días a la semana para ducharse, sino en el tiempo que permanecemos ‘a remojo’, que nunca debería exceder los cinco minutos. En este sentido, la última voz discordante y cualificada ha sido el doctor James Hamblin, protagonista de un auto-experimento para documentar que la ducha diaria con jabón puede ser perjudicial.

La ducha frecuente y la alteración de la microbiota de la epidermis

Quienes defienden que la ducha debe ser un gesto de higiene responsable y adecuado, ajustado a las necesidades reales de ‘limpiar’ el cuerpo y no a la costumbre cultural que obliga a tener que hacerlo todos los días, hablan del potencial peligro para la piel de los jabones que la mayoría usamos.

La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo en cuanto a extensión, y la primera línea de defensa que nos protege de las agresiones externas. Si sometemos a la epidermis a constantes daños con productos agresivos que componen los geles y jabones de ducha en la mayoría de los casos,

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