Que nuestra piel se quede flácida después de haber llevado a cabo un plan de adelgazamiento (sobre todo en abdomen, brazos, cuello, glúteos) es señal de que hemos perdido peso, y cumplido nuestro objetivo. Eso sí, sólo en parte, puesto que si queremos lucir una figura tonificada se hace imprescindible que a la dieta sumemos un programa de actividad física correcto anti-flacidez.
Efectivamente, la flacidez es el precio a pagar en muchos casos de pérdida de peso, aunque afortunadamente tiene solución. Sólo hay que escoger los ejercicios precisos que van a reducir ese ‘sobrante’ de piel, rellenándolo al fortalecer el músculo y haciendo que el aspecto rejuvenezca, algo especialmente necesario cuando la edad limita la actividad del colágeno y la elastina.
¿Qué sucede en nuestra piel cuando perdemos peso?
En el momento en que decidimos hacer dieta para deshacernos de los kilos de más, debemos tener en cuenta que la flacidez va a acompañarla. Al perder peso rápidamente, las células grasas van desapareciendo más rápido de lo que la piel puede ir adaptándose; es decir, que las fibras de colágeno no tienen tiempo como para encogerse y adaptarse a la nueva configuración corporal, lo que se muestra en forma de flacidez de la piel.
Adelgazar puede resultar estresante para nuestro organismo,