La hepatitis C tiene un origen muy concreto e identificado: el virus VHC. Provoca la inflamación del hígado y, de no identificarse y tratarse a tiempo, puede derivar en graves daños hepáticos. En cuanto a los síntomas, hay uno especialmente identificable para las personas enfermas, la ictericia (coloración amarillenta de la piel), pero también hay afecciones dermatológicas descubiertas en los últimos años.
Dado que el contagio del virus se produce fundamentalmente por vía sanguínea, una analítica será la vía certera para conocer la existencia del mismo. Esto acarrea que muchas personas desconozcan que tienen el virus activo ya que los síntomas pueden tardar décadas en aparecer. En cuanto al VHC, existen siete genotipos y 67 subtipos.
Según la Organización Mundial de la Salud, entre el 15 y el 45 por ciento de personas infectadas eliminan el virus espontáneamente en un plazo de seis meses. Si la enfermedad se cronifica, los fármacos antivirales se presentan como la pauta farmacológica en un gran número de casos y, de hecho, también pueden llevar a la remisión del virus.
¿Cómo se transmite el virus?
La transmisión sanguínea del VHC puede tener diferentes orígenes, siendo el más identificado la exposición a sangre contaminada por consumo de drogas inyectables y también por contaminación en el ámbito sanitario,