“Yo siempre he leído lento, incluso en español”, es lo que le contestó Juan Pablo a su profesora cuando le preguntó si tenía dislexia. Juan Pablo Pedraza es un joven venezolano de 26 años que reside con su familia en Noruega desde el 2006 y ese episodio se remonta a cuando tenía 16. Hace tan solo cuatro años, con la edad de 22, le detectaron dislexia.
Durante su periodo escolar, Juan Pablo no terminaba los exámenes y se quedaba hasta la madrugada hincando el codo. Era frustrante estudiar, solo o con su grupo de amigos, y no obtener los resultados de ese esfuerzo ni tan siquiera completar la prueba. Llegó a la universidad y en su primer año, sin finalizar exámenes aún, Juan Pablo decide hacerse una prueba tras mucha insistencia de su madre: “Muchacho, tú tienes que tener algo”, siempre le repetía.
Le hacen una prueba en una dependencia del servicio público de educación de Bergen, ciudad donde fue a la universidad. Efectivamente, el “muchacho” sí “tenía algo”: Juan Pablo tenía dislexia. La dislexia es “un trastorno del aprendizaje de la lectoescritura, de carácter persistente y específico, que se da en niños que no presentan ningún hándicap físico, psíquico ni sociocultural y cuyo origen parece derivar de una alteración del neurodesarrollo”, explica DISFAM (International Dyslexia and Family Organization).