«Tengo 65 años y este año ya me han puesto la vacuna de la covid, la de la gripe y otra de neumococo… ¿Y encima ahora me dicen que me toca la vacuna de herpes zóster? ¿De verdad es necesario?»
La respuesta es un rotundo sí. Una de cada tres personas padeceremos herpes zóster, y es esencial tomar medidas para prevenirlo. Sobre todo en edades avanzadas.
¿Qué es el herpes zóster?
Después de la adolescencia, la mayoría de las personas de todo el mundo o hemos pasado la varicela o nos han vacunado frente a ella.
Esta enfermedad la causa el virus de la varicela-zóster (VVZ), un herpesvirus que una vez pasada la varicela tiene la capacidad de quedarse “dormido” o latente en nuestro organismo. Cuando las defensas bajan, el virus se reactiva y produce el herpes zóster.
En concreto, el virus de la varicela se acantona en los ganglios dorsales, unos nidos producidos por el cúmulo de los cuerpos de las neuronas sensoriales, es decir, las que transmiten sensaciones como el dolor o el calor.
Cuando el virus se reactiva, desciende por los nervios sensoriales produciendo unas lesiones en la piel parecidas a las de la varicela. La diferencia es que se localizan en la zona que inerva el nervio.