Pese a los esfuerzos dedicados en los últimos años en materia de investigación, el alzhéimer continúa siendo una patología incurable. Para poder hallar tratamientos y terapias que puedan servir para revertir la enfermedad, o al menos para frenar o detener su progresión, es fundamental comprender los factores que están detrás.
Así, un grupo de científicos ha identificado un nuevo elemento que podría jugar un papel importante en el curso de esta forma de demencia: un tipo de azúcar común y presente en muchos alimentos llamado fructosa.
Un mecanismo de supervivencia
Tal y como explican estos autores en el medio especializado American Journal of Clinical Nutrition, la teoría se apoya en cierto volumen de evidencia previa que indicaba que, en origen, la fructosa en el cerebro provoca una serie de cambios que ayudaban a nuestros ancestros en su búsqueda de alimentos. Sin embargo, parece ser que, en el mundo moderno, estos mismos cambios podrían estar directamente ligados al desarrollo del alzhéimer.
Concretamente, la fructosa es un azúcar que se encuentra de manera natural en alimentos como las frutas o la miel, pero que también produce nuestro propio organismo con el consumo de alimentos muy grasos, azucarados o salados. Cuando esto sucede, la fructosa endógena podría inhibir ciertas partes del metabolismo del cerebro.