En la actualidad es frecuente escuchar en conversaciones tanto en casa como en las escuelas que aseveran de manera contundente que “mi hijo tiene déficit de atención porque no se concentra en las tareas escolares”, “a este niño le pasa algo porque sólo rinde cuando le interesa” o “voy a ver si le llevo a algún sitio para que le hagan la prueba del déficit de atención”. Y no tenemos en cuenta que el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad, más conocido por sus siglas TDAH, es un trastorno serio, muy serio, que implica una desadaptación importante en la gran mayoría de contextos donde se desarrolla el niño o el adolescente. De hecho, el TDAH es el trastorno más diagnosticado en la infancia y en la adolescencia tanto por médicos como por psicólogos. Hablar es gratis. Y todos hablamos del TDAH como si fuéramos expertos en dicho trastorno, pero muy pocos saben realmente lo que es el TDAH y sus implicaciones.

¿Qué es realmente el TDAH? Según el DSM-5, la biblia de los trastornos mentales, el TDAH está encuadrado en los trastornos del desarrollo neurológico, o lo que es lo mismo, los trastornos del neurodesarrollo. ¿Y esto qué quiere decir? Todos los trastornos del neurodesarrollo implican una inmadurez en el desarrollo del encéfalo. Y en el caso concreto del TDAH, ¿qué encuentran los estudios científicos? Que el desarrollo del cerebro en estos niños y adolescentes tiene un desfase o inmadurez equivalente a un 30-35%. ¿Y esto que supone en la práctica? Pues que el niño de 15 años que está diagnosticado de TDAH y se le exige un rendimiento académico equivalente a un chaval de su edad, tiene un funcionamiento cerebral equivalente a un niño de 10-11 años, es decir, que funcionalmente estaría en 5º o 6º de Educación Primaria. Por lo tanto, ese desfase es muy significativo. Una de las muchas creencias que hay en relación al TDAH es que son niños muy inmaduros. Claro que son niños inmaduros: tienen un trastorno del neurodesarrollo,

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