Las enfermedades autoinmunes son un grupo complejo y variado en el que el agente causante no es un elemento externo, como un virus o una bacteria, sino que es el propio sistema inmune del paciente el que ataca su cuerpo. Por ello, su abordaje es especialmente complicado y supone uno de los grandes retos de la ciencia médica actual. Un caso paradigmático es la miastenia gravis, una afección que puede perjudicar seriamente la calidad de vida de quienes la sufren.

¿Qué es la miastenia gravis? ¿Cuáles son sus causas?

La miastenia gravis es, como señalábamos, un trastorno autoinmune que interrumpe la comunicación normal entre nervios y ciertos músculos controlados voluntariamente. Aunque puede afectar a cualquier parte del cuerpo que este bajo el control voluntario, afecta con mayor frecuencia a ciertos grupos musculares como son los ojos, la cara y la garganta, el cuello o las extremidades.

En casos especialmente severos, la miastenia gravis puede producir dificultades para respirar, ver, tragar, masticar, caminar, usar los brazos o sostener la cabeza, con lo que tiene un impacto muy importante en el día a día del paciente.

Al ser autoinmune, está provocado por un funcionamiento anormal del sistema inmunitario por el que genera una serie de anticuerpos que bloquean o atacan los receptores de los músculos para el neurotransmisor acetilcolina o la función de la proteína tirosina cinasa.

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