Se define clínicamente con el nombre de tripanofobia pero el común de los mortales lo denomina ‘miedo a las agujas’. Más frecuente de lo que se cree, diversos estudios científicos internacionales coinciden en que entre el 20 y el 25% de la población tiene un miedo irracional a los pinchazos y que en un 10% de los casos se puede hablar de fobia.
Suele manifestarse con desmayos, lloros, nauseas, palpitaciones, sudoración, dificultad para respirar y, en ocasiones, hasta ataques de pánico al ver una aguja (o incluso solo con pensar en ella). Pero, ¿por qué aparece este miedo? Según los expertos, de niños casi todos tenemos tripanofobia y aunque suele desaparecer a medida que nos hacemos mayores en algunos caso este miedo se mantiene. Por esta razón es importante gestionar adecuadamente el momento del pinchazo desde edades tempranas para evitar que el problema se agrave y persista en el tiempo.
De hecho, según el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (CAV-AEP), son necesarias unas guías con recomendaciones para reducir el estrés en el momento de la vacunación de los más pequeños, así conseguir una mayor adherencia a los calendarios de vacunas y reducir las posibles secuelas psicológicas de experiencias negativas previas. Incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja incluir técnicas para mitigar el dolor durante la vacunación.