Disculpas sí, pero no por errores propios sino por los fallos de «comunicación» de sus compañeros de Gobierno. Pablo Iglesias empleó hoy más tiempo en pedir perdón a pequeños y mayores por el caos provocado por el proyecto primigenio de dejar salir a los niños solo para hacer la compra que en explicar la normativa ya reformada que sí que permitirá a los pequeños un esparcimiento lúdico como tal. Iglesias lo que no hizo fue arrojar luz sobre la que se ha convertido ya en una de las grandes incógnitas de esta crisis sanitaria: ¿de quién fue la idea de vincular las salidas de los menores a las expediciones al supermercado?
El vicepresidente segundo de Derechos Sociales, en su comparecencia con el ministro de Sanidad Salvador Illa, sorteó todas y cada una de las preguntas en las que los periodistas le preguntaban el nombre del ‘padre’ del polémico plan o qué expertos habían sugerido que los niños estaban mejor en la compra que jugando con sus juguetes en un espacio público controlado. Lo más cercano a una explicación de lo ocurrido que dio Iglesias fue que lo que se decidió en el Consejo de Ministros del martes fue una «regulación general» para permitir las salidas de los niños, pero que en ningún momento se especificaron las condiciones, porque éstas debía desarrollarlas, a través de una orden, el equipo designado para ello, compuesto entre otros por el Ministerio de Sanidad y la Dirección General de Infancia que depende de la Vicepresidencia del propio Iglesias.
¿Por qué entonces la portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, en la rueda posterior al consejo de ministros se empeñó en insistir en que los niños solo podrían salir a acompañar a los adultos a las gestiones que ya les permite el estado de alarma? Iglesias dijo que todo fue un error de «comunicación» por parte del Ejecutivo, señalando implícitamente a su portavoz.