Muchas personas, al experimentar síntomas similares a los de la gripe, optan por automedicarse con antibióticos sin consultar a un profesional de la salud. A pesar de las numerosas advertencias de la comunidad médica y las campañas de concienciación, el uso inapropiado de antimicrobianos continúa siendo un problema global. Este hábito de automedicarse no solo puede ser ineficaz en casos de diferentes tipos de infecciones, sino que contribuye directamente a uno de los problemas de salud pública más alarmantes en la actualidad: la resistencia a los antimicrobianos.

Las infecciones del tracto respiratorio superior como el resfriado o la gripe son frecuentemente causadas por virus. Aunque incómodas e incapacitantes –incluyen síntomas como tos, dolor de garganta, congestión nasal, fiebre, dolor de cabeza, fatiga y malestar general–, son infecciones autolimitadas en la mayoría de los casos, que suelen durar entre 3 y 10 días. Durante este tiempo, el sistema inmunológico del cuerpo se encarga de combatir el virus. Los síntomas suelen desaparecer gradualmente sin la necesidad de intervenciones más allá del tratamiento sintomático.

A pesar de esto, muchas personas recurren a los antibióticos con la falsa creencia de que acelerarán la recuperación. Pero esta práctica, además de inútil en el contexto de infecciones virales, resulta peligrosa. Los antibióticos están diseñados para combatir infecciones bacterianas y no tienen efecto alguno sobre los virus.

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