Los suplementos vitamínicos han cobrado una nueva vida en los últimos años en parte por el impacto de las redes sociales. Creadoras de contenido y famosas comparten sus rutinas dietéticas y alaban las bondades de estos productos en la piel, el pelo, los músculos… Esto deriva en mensajes sobre una necesidad falsa de amplificar el contenido de proteínas y otras sustancias que de forma natural están en nuestro cuerpo o, en todo caso, que podemos reforzar con la alimentación.

El colágeno es uno de esos suplementos que aparecen a menudo en redes sociales y anuncios publicitarios. Como producto se puede encontrar en polvo, tabletas o pastillas. En cuanto a la dosis diaria, la desinformación y el hecho de que su consumo no suela pasar por la prescripción médica, provoca que en ocasiones la ingesta sea mayor de la recomendada, sin tener en cuenta los perjuicios que acarrea.

El déficit de colágeno y la necesidad de reforzarlo a través de un producto solo está justificado mediante un argumento médico, es decir, si se padece por ejemplo una patología articular. El suplemento que se adquiere normalmente está compuesto por minerales y otras sustancias, de ahí las diversas funciones que se le atribuyen. Sería importante en este caso tener en cuenta si el resto de sustancias pueden provocar interacciones con medicamentos que estemos tomando.

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