Las mascarillas se han convertido en un producto de primera necesidad como forma de frenar los contagios de Covid-19, sobre todo, desde que se ha implantado como obligatoria en todos los espacios públicos. Concretamente en España, se siguen recomendando las mascarillas higiénicas, aunque son igualmente válidas las mascarillas de tela.

Estas últimas se encuentran en el punto de mira, ya que dependiendo del material con el que estén hechas o los filtros que lleven incorporados, son más o menos efectivas a la hora de filtrar el aire y prevenir los contagios.

Es por ello que algunos países europeos, como es el caso de Austria, han establecido el uso obligatorio de la mascarilla FFP2 en las los comercios y en el transporte público, así como en instalaciones donde se proporcionen servicios, como talleres mecánicos, y edificios de propiedad estatal, tal y como informa Europa Press.

Otros países, como Alemania o Francia, han prohibido el uso de mascarillas de tela sin homologación para acceder a los servicios administrativos o al transporte público.

El motivo que ha propiciado estas nuevas medidas en torno a las mascarillas de tela es que este tipo, en ocasiones, no se ajusta del todo bien a la cara y, además, su porcentaje de filtración es menor que el de las mascarillas homologadas.

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