A día de hoy, el párkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más común en España, con cerca de 150.000 afectados sólo en nuestro país. No sólo eso, sino que es la patología de esta clase cuya incidencia crece más rápidamente. Según la Sociedad Española de Neurología, el número de pacientes podría haberse duplicado en los últimos 25 años, y muchos de estos casos siguen sin diagnosticar a día de hoy.

En el imaginario colectivo está grabada la estampa del paciente de párkinson como un hombre de edad avanzada, con temblores en las manos, movimientos lentos, mirada perdida y rostro inexpresivo. Sin embargo, esta es sólo una de las muchas caras del párkinson; en realidad, no afecta a todos de la misma manera, ni con los mismos síntomas, ni necesariamente en edades avanzadas. Las mujeres con párkinson, por cierto, representan un ejemplo especial, porque en ellas la enfermedad se diagnostica más tarde y por tanto los beneficios de los tratamientos son menores.

El posible papel de los estrógenos

En primer lugar, y tal y como apunta la investigadora y doctora en psicología de la Universitat de les Illes Balears Antònia Siquier Perelló en un artículo publicado en el medio de divulgación The Conversation, hay que tener en cuenta que la enfermedad es más común en los hombres (entre 1,5 y 2 veces más que en las mujeres) y que en esta demografía,

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