Fruto de la vida, la uva es uno de los alimentos más consumidos en nuestro país y el que se utiliza para la elaboración del vino, un producto tradicional. Se trata de un fruto que crece en racimos cuyo origen se remonta al Cáucaso y Asia occidental. De hecho, se cree que en el Paleolítico ya se recolectaba este fruto para su consumo y que en la antigua Grecia y Roma desarrollaron la viticultura.

Más allá de su particular historia, lo cierto es que la uva tiene un importante valor nutricional y constituye un alimento básico en la dieta mediterránea. Está compuesta principalmente por agua (concretamente 82,4 gramos por cada 100 gramos consumidos), por lo que el valor calórico es bajo, apenas 69 kilocalorías, ideal como diurético.

Una fuente de energía

Las uvas tienen una importante cantidad de potasio, vitamina B6 y vitamina C, que contribuyen al total de la dieta, así como fitonutrientes y flavonoides, tal y como destacan en la Fundación Española de la Nutrición (FEN). Su composición varía dependiendo del tipo de uvas, si son blancas o negras, aunque por lo general su aporte de hidratos de carbono es mayor que con otras frutas.

Esta es la principal razón por la que nos proporcionan mucha energía.

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