A finales de la pasada semana, Alemania detectó un brote de fiebre aftosa en búfalos de agua. Fue en la región de Brandeburgo y constituye el primer caso de fiebre aftosa hallado en territorio de la Unión Europea desde el año 2011. Según la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), la fiebre aftosa circula en el 77% de la población de ganado en Asia, Oriente Medio y África, y en algunas partes de América del Sur.

Reino Unido ya ha prohibido la importación desde Alemania de ganado vacuno, porcino, ovino, ciervos y búfalos , así como de sus productos derivados, incluyendo carne y productos lácteos. Y es que en 2007 ese país tuvo que sacrificar más de 2.000 animales para luchar contra la fiebre aftosa. Cuatro años antes, Bulgaria tuvo que sacrificar otros cientos después de una epidemia similar.

La preocupación ha llegado también a Bruselas. La Comisión Europea reconoce que la fiebre aftosa «puede tener graves repercusiones en la población animal afectada y en la rentabilidad de la ganadería, al perturbar los desplazamientos de las partidas de esos animales y sus productos dentro de la Unión, así como las exportaciones a terceros países».

Desde la CE remarcan que existe un riesgo grave de propagación de dicha enfermedad a otros establecimientos que tengan animales sensibles.

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