Entre otras tareas, el hígado se encarga de digerir los alimentos, eliminar los desechos del cuerpo y producir los factores de coagulación, que son sustancias que mantienen un buen flujo sanguíneo. Entre los factores que dañan nuestro hígado y pueden causar problemas hepáticos, además del hereditario, están los virus, el consumo de alcohol y la obesidad.

Con el tiempo, las afecciones que dañan el hígado derivan en cirrosis (la formación de cicatrices). Esta afección puede llevar a la insuficiencia hepática, que pone en riesgo la vida. Sin embargo, el tratamiento temprano puede darle al hígado tiempo para sanar.

Pero la enfermedad más frecuente del hígado es la enfermedad hepática por depósito graso. Es una condición en la que el exceso de grasa no causado por consumo de alcohol se almacena en el hígado. Ese depósito de cantidades anormalmente elevadas de grasa puede causar inflamación y cicatrices. Es decir, del hígado sano podemos pasar al hígado graso; de este, a la fibrosis; y finalmente, a la cirrosis.

La Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH) calcula que el 25% de los españoles padece esta enfermedad. Cada año se diagnostican en nuestro país cerca de 2.000 nuevos pacientes con fibrosis avanzada asociada al hígado graso. Se calcula que casi un 10% de quienes la padecen están en riesgo de desarrollar una patología más grave,

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