En cualquier manual de recomendaciones nutricionales de expertos que caiga en nuestras manos viene contemplada la obligación de consumir fruta en abundancia, a ser posible de proximidad y siempre de temporada, para poder sacarle todo el ‘jugo’ a sus propiedades saludables. En verano, puesto que se trata de un grupo de alimentos muy hidratantes, aún más.
Sin embargo, y aunque los zumos son la bebida estrella del desayuno y/o la merienda, tomarlo únicamente en su versión líquida, sin ‘tropezones’, no es la mejor idea si lo que queremos es evitar un pico glucémico fulminante, además de ingerir un producto que en el camino pierde la gran mayoría de sus beneficios.
Pero es que si, aun sabiendo que el zumo no es la manera más saludable de tomar fruta, queremos seguir haciéndolo, al menos deberíamos tener en cuenta que no debemos eliminar la pulpa que se desprende al licuarla, sino tomarla también. ¿Cuál es la razón?
La fruta, mejor entera
Antes de ocuparnos de cómo deberíamos tomar el zumo de fruta licuado, es importante dejar claro que la mejor manera de tomar la fruta, cualquiera de ellas, es entera. En las que se haga imprescindible eliminar la piel, porque no sea comestible, la eliminaremos, pero en las demás debemos conservarla y masticar cada pieza.