Si al realizarte un análisis de sangre la proporción de glóbulos rojos (es decir, el hematocrito) marca un valor excesivamente alto, padeces lo que se llama policitemia. Llegados a este punto, será necesario determinar la etiología del problema para poder abordarlo.

En función de esta causa, la policitemia puede clasificarse en primaria (que incluye la vera) o secundaria. En el primer caso se trata de un tipo de cáncer de la sangre o está provocada por una mutación genética, mientras que en el segundo está provocada por algún problema de otra naturaleza.

¿Por qué aparece?

Una de las principales diferencias entre la policitemia vera y la secundaria es que, mientras que en la primera suelen observarse niveles aumentados de diversas células sanguíneas (glóbulos rojos, blancos y plaquetas), en la segunda suele limitarse a los eritrocitos (glóbulos rojos), al derivar de un aumento en la producción de eritropoyetina (una hormona que estimula precisamente la producción de eritrocitos).

A menudo, la policitemia secundaria aparece cuando el organismo está tratando de compensar un problema de oxigenación. Por eso, puede ser consecuencia de enfermedades cardíacas, respiratorias o renales que provoquen hipoxia tisular. Igualmente, puede ser el resultado de la estancia a grandes altitudes (en las que la concentración de oxígeno en el aire es menor) o del tabaquismo.

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