Al igual que ocurre con los ansiolíticos, el consumo de antidepresivos en España es muy elevado y no ha dejado de crecer en los últimos años. De hecho, tal y como advierte la Agencia Española del Medicamento, desde el año 2000 su uso se ha prácticamente triplicado y un 7,5 % de la población toma este tipo de medicación a diario, lo que sitúa a España en el décimo país del mundo en consumo de este tipo de medicamentos. Estas elevadas cifras se deben al aumento de casos diagnosticados de depresión, una enfermedad mental frecuente que afecta a 300 millones de personas en el mundo, 2,5 de ellas en España.
Los antidepresivos, en combinación con la psicoterapia, son la mejor forma de combatir la depresión, pero para la medicación funcione hay que seguir estrictamente las indicaciones de uso y tener en cuenta que, como cualquier medicamento, su uso no es inocuo.
Como su propio nombre indica, los antidepresivos sirven para combatir los síntomas de la depresión cuando esta es moderada o profunda, que pueden ser muchos y muy variados, como tristeza prolongada, pérdida de interés por la vida, incapacidad para disfrutar de la vida, falta de concentración o insomnio entre otros muchos.
Los antidepresivos también están indicados en otro tipo de trastornos del estado de ánimo como ansiedad severa y ataques de pánico, trastorno obsesivo compulsivo, dolor crónico, trastornos de la conducta alimentaria y el trastorno de estrés postraumático.
Existen casi 30 tipos de antidepresivos, pero, según la Sociedad Española de Psiquiatría, se pueden clasificar en cuatro tipos:
•ISRS (Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina)
Son los más utilizados y los que primero suelen recetarse debido a que son los que menos efectos secundarios suelen producir. Actúan inhibiendo la reabsorción de la serotonina, sin afectar a otros neurotransmisores. Entre estos antidepresivos encontramos la fluoxetina (el famoso Prozac) y otros como la paroxetina, la sertralina o el citalopram.
•IRSN (Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina y Noradrenalina)
Además de inhibir la recaptación de la serotonina, actúan también sobre la noradrenalina, impidiendo su recaptación. Algunos ejemplos son la duloxetinala, lavenlafaxina, la desvenlafaxina o el levomilnaciprán.
•Tricíclicos. Actúan muy parecido a los dos anteriores, pero pueden afectar a otros neutransmisores, por lo que provocan más efectos secundarios.