En España la piscina es la salvación para afrontar los tórridos veranos que nos está regalando el cambio climático. Sin embargo, el hecho de que sea un espacio para refrescarse y pasárselo bien nos lleva también a relajarnos demasiado con pautas mínimas de higiene que pueden evitar infecciones y enfermedades comunes. Destacamos cinco como las más habituales.
La humedad y el calor crean una combinación mucho más peligrosa para nuestro cuerpo de lo que podemos pensar. En las zonas húmedas de la piscina, donde deambulan las personas que las transitan, pueden proliferar organismos patógenos de los que estaremos a salvo siempre y cuando sigamos unas reglas muy básicas:
- Utilizar siempre chanclas para caminar en los lugares comunes del área recreativa, tanto las zonas húmedas como en el resto de instalaciones.
- Utilizar la ducha de la piscina antes y después del baño.
- Secarse muy bien los pies al salir de la piscina, especialmente entre los dedos.
- No compartir toalla, calzado u otros enseres personales.
Cólicos y diarreas
Con un mantenimiento adecuado no hay por qué preocuparse del riesgo de ser infectado en una piscina porque, al menos en las públicas, deben regirse por unos protocolos de desinfección donde el cloro es el gran protagonista.