Las vacunas contra la COVID-19 que ya ha recibido una gran parte de la población de los países más desarrollados son de dos tipos: ARN mensajero (Pfizer y Moderna) o basadas en vectores (Janssen y AstraZeneca). Sin embargo, muchos científicos trabajan para desarrollar otro tipo de vacuna, e incluso la primera de ellas ya ha sido aprobada en la India para uso de emergencia. Se trata de las vacunas de ADN.
En particular, esta vacuna, del fabricante Cadila Healthcare, ha sido bautizada como ZyCoV-D, y se administra sin necesidad de aguja (con un inyector desechable) en tres dosis.
Las vacunas más conocidas de ARN mensajero (ARNm), como Pfizer y Moderna, emplean estas moléculas, que de manera natural se encuentran en el cuerpo y son vitales en la expresión de los genes, como ‘instrucciones’ para que el cuerpo genere determinadas proteínas indispensables para provocar una reacción inmune que proteja del virus. Las vacunas de ADN funcionan de modo similar, empleando ADN humano para proporcionar al cuerpo la misma información.
El desarrollo de esta tecnología es el resultado del descubrimiento, hace ya unas tres décadas, de que era posible lograr la expresión de un gen determinado mediante la inyección directa de un fragmento de ADN desnudo.
Sin embargo, las vacunas de ADN tienen algunas dificultades añadidas en su mecanismo de acción.