Un estudio genético evidencia que Maria Branyas, que murió en agosto siendo la persona más longeva del mundo, con una edad de 117 años, «tenía una microbiota como la de un niña«, y «un genoma privilegiado» que hacía que tuviera una edad biológica inferior en 17 años a la cronológica.

Maria Branyas murió con 117 años en la residencia de Olot (Girona) donde vivía desde hacía dos décadas, siendo entonces la persona más longeva del mundo, y tuvo la suerte de heredar «un genoma privilegiado», según indica un estudio liderado por Manel Esteller, investigador del Instituto Josep Carreras y catedrático de genética de la Universidad de Barcelona (UB).

El estudio hecho a Maria Branyas, que vivió hasta los 117 años en buen estado de salud, demuestra que la vejez no va necesariamente asociada a la enfermedad, ya que, según los investigadores, su genoma hacía que sus células «se sintieran» y «se comportaran» como células más jóvenes, «con una edad biológica de unos diecisiete años menos».

Según ha indicado Manel Esteller en unas declaraciones, el genoma privilegiado de Maria Branyas heredado de su padre y de su madre «le concedía una gran protección frente a enfermedades cardiovasculares y de otros tipos, y su microbiota hacía que tuviera una baja inflamación intestinal».

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