Entre los propósitos de Año Nuevo, además de hacer deporte y comer sano, suele aparecer dejar de fumar. Y no es de extrañar: este hábito provoca anualmente unas 60.000 víctimas mortales. Además de provocar cáncer de diversos tipos, el tabaco afecta a la piel, a los dientes y al sistema cardiovascular, entre otras consecuencias negativas.
Y no, no es sencillo dejar este hábito que, al final, acaba provocando dependencia debido a la presencia de nicotina en su composición, una sustancia adictiva. Además, hay que tener en cuenta el factor psicológico y social (ahora cada vez menos desde que se implantó la Ley Antitabaco) que convierten el encenderse un cigarro en un mecanismo ‘casi’ automático, sobre todo después de comidas, celebraciones, durante la ingesta de alcohol…
Una de las excusas para retrasar la eliminación de este hábito es el miedo engordar. Se calcula que dejar de fumar puede provocar un aumento de peso corporal de entre 4 y 5 kilos durante el primer año en el que se deja el tabaco y, casi siempre, se engorda más durante los primeros 3 meses.
Desde el Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de Aragón explican que una de las causas por las que el tabaco está relacionado con el peso corporal es la propia nicotina,